¿Qué es un museo?

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Por Isidrio Pérez López.

Como todo proceso natural, el concepto de museo también se somete a un proceso de evolución, de forma que, en su origen, los museos han sido considerados como campos santos póstumos, mausoleos o santuarios, lugares en los que simplemente se amontonaban obras. Más tarde, con el tiempo, se fueron convirtiendo en lugar de estudio e investigación. Hoy en día, la exigencia de contar con personal especializado, que tenga una formación universitaria relacionada con el coleccionismo y la museología, es un paso más de la mencionada evolución.



La actual definición de museo -«una Institución permanente, sin fines lucrativos, al servicio de la sociedad que adquiere, conserva, comunica y presenta con fines de estudio, educación y deleite testimonios materiales del hombre y su medio»- ha realizado una buena función y ha servido como una herramienta base de utilidad para muchas personas y organismos en todo el mundo. Personalmente no me importaría que se conservase esta definición, pero retirándola del uso diario para dedicarla exclusivamente desde el punto de vista de las colecciones históricas de referencias museológicas.

El sociólogo francés Henry Pierre Jeudy nos avisa de que «a finales del siglo XX el mundo corre el riesgo de convertirse en un gigantesco museo». Estamos asistiendo al fenómeno de la museificación, fenómeno que está transformando el mencionado carácter sagrado del museo para adoptar la nueva concepción del museo-mercado, que oferta productos culturales consumidos por el gran público y, como todo producto, debe renovarse mediante el formato de exposiciones temporales. El carácter elitista de la cultura, frente a la concepción de normalización cultural. En ambos casos perderíamos valores.

El nuevo concepto de museo es hoy mucho más amplio. Podemos definirlo como una institución, ya sea pública o privada, de carácter permanente que adquiere, conserva, investiga, comunica y exhibe, para fines de estudio, educación y contemplación, conjuntos y colecciones de valor histórico, artístico, científico y técnico o de cualquier otra naturaleza cultural. Esta nueva definición, también está sujeta a evolución.

Los nuevos museos no son islas independientes; deben ser permeables a la sociedad. De igual modo deben estar conectados con otros del entorno o con instituciones de configuración similar. También tienen el deber de relacionarse con instituciones de carácter nacional e internacional. En resumen, deben seguir siendo núcleo de la protección de nuestro pasado, pero de igual modo conformar el eje de los emergentes conceptos culturales.

Derivado de la singularidad de cada museo, la Museología no puede establecer una norma fija aplicable de una manera general, pues, como ya dije, deben ser elementos con una alta porosidad intelectual. Por ello, esta ciencia no debe ser la generadora de una normativa común que impone sus criterios, sino que será el propio museo y la comunidad en el que está radicado, los que, teniendo en cuenta su situación política, económica y cultural, opten por los objetivos y la política a seguir.

Sería un error olvidar que el museo debe desarrollarse en función de su público potencial, colectivo al que tiene que educar y comunicar. Tampoco podemos abandonar la misión de conservación de los testimonios culturales y transmitirlos a las generaciones. Por tanto, todos debemos asumir nuestras propias responsabilidades, bien como simples usuarios o como profesionales de los museos. Los museos del futuro serán como hoy se conciban.

FUENTE laopiniondemurcia.es

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