Historias cortas del camino de la muerte

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Los relatos difundidos por los guías de turismo en el famoso camino de la muerte, forman parte diaria de su rutina de trabajo, las buenas historias llaman la atención y hacen de este atractivo un sitio muy diferente.



En esta ocasión, la persona que nos comparte algunas historias cortas, es la Secretaria de Hacienda de la Asociación de Biking de La Paz, Celia Santander Rivera, una de las pocas mujeres que se dedican a esta actividad que muchos consideran reservado solo para los hombres.


La primera historia consiste en una tragedia ocurrida en la zona denominada Bajo Sacramento, cuando una familia se dirigía a Coroico y sufrió un percance mecánico con su movilidad, se plantó y no pudo ser solucionado, tampoco consiguieron auxilio por el horario nocturno, como tal tuvieron que quedarse a dormir en una de los sitios que se considera como el más peligroso por lo angosto del camino. Ellos tenían una niña, la cual quiso salir para ir al baño, su papa le da permiso para que vaya y la iban a observar desde el motorizado, la pequeña tuvo tan mala suerte que atravesó la curva justo cuando paso otra movilidad y la atropello muriendo instantáneamente. El papa conto que en primera instancia no se dio cuenta de la tragedia, que le parecio a ver a su hija como un alma sobre el camino, es por ello que fue en su búsqueda y vio que en realidad su hija había muerto atropellada. Desde allí cuentan que a media noche el espíritu de la niña se aparece buscando a su papa en Bajo Sacramento.

La energía que se concentra en la antigua ruta a los Yungas en muy fuerte, energía de seres humanos que dejaron este mundo de forma inesperada, uno de los puntos que llama la atención es “El balconcillo”, que es otro barranco muy pronunciado sobre una curva. En la época en que se estuvo construyendo este camino por los prisioneros paraguayos, se cuenta que los capataces, que en ese tiempo también fungían como arquitectos, se deshacían de los prisioneros mayores que ya no podían trabajar empujándolos sin contemplación hacia el precipio además de esta forma evitar su entierro.

Por esta curva “El Balconcillo”, según cuenta Celia, uno de sus compañeros sufrió un accidente casi a media noche, cuando de bajada se descuidó y se embarranco en un sitio no muy empinado, por suerte el sobrevivió e intento salir por sus propios medios, a pesar de que estaba levemente herido sin mayores lesión no podía salir por sí mismo porque habían fuerzas “cosas” que no lo dejaban, prácticamente lo sujetaban lo jalaban de los pies y lloraban. No pudo cumplir con su objetivo de llegar al camino y se tuvo que quedar ahí hasta que amanezca.

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